dijous, 27 de març del 2014

Cuatro maneras diferentes de narrar una historia

Resaca
Al mediodía, un quinceañero se pone en pie. Se toma un zumo de naranja. La luz dominical le empalidece aún más. Con una mano, se protege los ojos enrojecidos. Corre hacia el lavabo. El vómito estuca paredes, suelo, lavamanos, bidet, todo menos el retrete. Y jura por los finalistas de La Voz que jamás volverá a pillarse un pedo de mezcal Los Suicidas.

La invasión de los resacosos
Al mediodía, un muerto viviente se levanta. Con movimientos torpes y descoordinados, salpica su cara descompuesta con zumo de naranja. La luz dominical le ulcera aún más la piel corrompida, de tono verde pálido. Se protege los ojos inyectados en sangre con la mano. Sus piernas se arrastran por el pasillo a mayor velocidad de lo habitual. Se dirige al retrete entre gruñidos. Allí, un chorro anaranjado emerge de la boca entreabierta. ¿Dónde está el productor del mezcal Los Suicidas? ¡Le voy a arrancar el corazón a mordiscos! ¡GRRRRR!

Noticia de portada
¡Extra, extra! ¡Últimas noticias! Un quinceañero se ha levantado a mediodía. ¡Y con resaca! El chico ha declarado: «Este zumo de naranja sabe a cenicero». Luego ha empalidecido bajo la luz dominical y, con la mano por visera, ha protegido sus ojos inyectados en sangre. El retrete era su destino.
Nuestros reporteros han podido captar unas declaraciones en exclusiva del chico. «Jamás volveré a pillarme un pedo de mezcal Los Suicidas», ha dicho tras vomitar.
Como han podido leer, se trata de una auténtica noticia de alcance, repleta de declaraciones impactantes, dignas de un Breaking news. Incluso merecedoras de un premio Pulitzer.

El poncho revuelto
¡Híjole, güey! ¡Son las doce! Bebí hasta la náusea en el reventón. Ahorita me levanto. ¡Ay, estoy enfermo de mi pancita! El jugo de naranja me ha partido la madre. Y me molesta esa pinche luz dominical. Cuate, es como si, en los ojos, tuviera tomate. ¡Ándele! ¡Al excusado! ¡Por Vicente Fernández y los mariachis de Jalisco! Una botella de mezcal Los Suicidas se ha quedado allí dentro. Tras vomitar, desaparece esta sensación bien ñera. Y me enjuago la boca con agua y mezcal. ¡Yihaaaa! ¡Y viva México, cabrones!


Rafa

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